domingo, mayo 07, 2006

Revisar lo que le han escrito a Juan Pablo  

DIA 46: UN DIA “EXTREME”

Clínica Las Condes, Domingo 7 de Mayo de 2006 10:30 AM


Querida familia y queridos amigos:

El Sábado fue de exigente cumplimiento del programa de trabajo diario de la rehabilitación. Partiendo con la primera terapia en que tuvo que usar una barra para ejercitar la musculatura. Luego Juan Pablo tomó la barra de un extremo y del otro la tomó el kine, y le pidió que de la posición acostado intentara levantarse aferrado con las dos manos a la barra. Hizo un gran esfuerzo y logró levantarse bastante. Continuó con equilibrio de torso, ya en todas las direcciones cardinales. Es impresionante ver esto, toda vez que tiene puesto el halo vest que interfiere un poco. Luego almuerzo, y en la tercera hizo ejercicio en la tilt table, en que llegó a 85º. Estuvo como 30 minutos en total, la mayor parte de los cuales los pasó a 60º y luego pasó a 80º. Sigue adecuándose bien, aunque aún con mareos. La verdad es que sudó la gota gorda con Alvaro. El apetito sigue bien. Además ha estado durmiendo mejor en la noche.

En la última sesión de trabajo del día, salimos de paseo con Ignacia y Fernanda, que estaban con nosotros en ese momento, y nos salimos del edificio de la Clínica por el frontis. No hacía tanto frío (eran como las 18 hrs) y Juan Pablo tenía una sonrisa cómplice. Disfrutó de estar al aire libre y en el exterior, y entramos luego, para seguir con el trayecto habitual: pasada por la cafetería, slalom (cada vez más fino) en diagnóstico de imágenes, viaje en ascensor al piso -1, bajada por rampa ciertamente agarrando vuelo (harto esta vez) y luego subida (sin ayuda), entrada al oratorio a saludar a nuestro Señor, ida a Urgencia. La vuelta duró 25 minutos. Seguimos optimistas y agradecidos del Señor!

Un menor número de visitantes hoy, comenzando con Alejandro en la mañana, y de nuestros familiares cercanos y algunos amigos. Con la Coca apareció hoy la Sofía a visitar a su tío. Hemos recibido muchos comentarios en todo caso del bingo, y de la conexión efectuada en directo y que efectuó David. Más sobre esto en un blog que preparará la Coca. La tarde permitió ver Full Metal Alchemist (DVD 1) y la llegada de Alfonso escuchar a Tool. Y un poco de lectura también.
El rosario de la noche en el oratorio y la cadena de oración fue sólo de hombres y nos permitió sentir una profunda sensación de tranquilidad, agradeciendo a Dios por los avances del día, y pedir la intercesión del Papa Juan Pablo II para que nos conceda la gracia que esperamos para Juan Pablo. “Les aseguro que todo lo que pidan al Padre, él se los concederá en mi Nombre”. Al Espíritu Santo le pedimos que nos de la iluminación, el consuelo, la fuerza y la guía necesaria para las etapas que vienen.
Gracias a todos por su apoyo y compañía. Que Dios los bendiga.

Lionel y Nancy

COMO Y QUE PRIORIZAMOS: UN APORTE DEL LIBRO EL OCTAVO HABITO:

Cuando me pidieron por primera vez que asumiera el liderazgo de este proyecto, me entusiasmó la oportunidad que suponía. Mi mujer y mis hijos me apoyaban de modo que me metí de lleno en él sin reservas. Sentí que el gran peso de la responsabilidad y la sensación de albergar un objetivo me proporcionaba impulso y energía. Durante el segundo año del proyecto, trabajé día y noche en el sentido literal de la palabra. La importancia del trabajo me consumía. Sentí que estaba haciendo bien al seguir involucrado en la vida de los niños, partidos de béisbol y recitales de baile incluidos. Solía cenar todas las noches con la familia. Pensaba que me las arreglaba bastante bien. Los últimos seis meses fueron los más intensos y fue durante este periodo cuando me percaté de lo habitual que resultaba que mi esposa se sintiera defraudada, normalmente por las cosas más pequeñas (por lo menos, a mi me parecía). Cada vez que me molestaba más su falta de comprensión y apoyo hacia el trabajo que estaba realizando, sobre todo en un momento tan crítico. La comunicación se volvió más tensa, incluso por temas menores. Cuando finalmente, el proyecto terminó, ni siquiera quiso asistir a la cena de celebración. Acabó yendo, pero estuvo claro que no se divirtió. Sabía que teníamos que hablar, hablar de verdad. Eso es lo que hicimos y se abrieron las compuertas.

Empezó a contarme como se había sentido estando “sola” todo este tiempo. Incluso cuando yo estaba en casa, sentía que estaba en otra parte. Como nuestra costumbre de mantener citas semanales se convirtió en algo mucho menos frecuente y como todas las noches solía quedarme levantado hasta mucho después de que ella se hubiera acostado no hablábamos, no nos contábamos cosas como solíamos hacer y ella se fue sintiendo cada vez más aislada, menos valorada y desconectada. Apenas contaba conmigo. Estar firmemente centrado casi únicamente en el trabajo y otros compromisos se convirtió en un recordatorio constante de dónde estaban centrados mis pensamientos y sentimientos. Me recordó que había olvidado su cumpleaños hasta que ya había transcurrido más de medio día. Y lo que resultó tan decepcionante no fue el hecho de olvidarlo, sino que representaba un símbolo de cómo se había sentido durante todo el año.

Cuando le pregunté por que no se había abierto y había expresado sus preocupaciones antes, me dijo que no había querido disgustarme ni distraerme del proyecto. La miré a los ojos y vi un dolor y una soledad profunda. Me sentí fatal. Me asombraba y avergonzaba el no haberme ni enterado. Su franqueza con respecto a la soledad que sentía me ayudó a darme cuenta de lo vacío que había estado durante tanto tiempo.
Habíamos perdido efectividad. Tanto individualmente como juntos. Me disculpé y la tranquilicé diciendo que no había en la Tierra nada ni nadie más importante que ella. Pero parece que mis palabras no llegaron a calar en ella. Me di cuenta de que había muchas otras cosas que llevaban demasiado tiempo comunicando algo distinto. Mi disculpa y mi compromiso de establecer nuevas prioridades en mi vida ayudaron, pero no hizo que las cosas mejoraran de la noche a la mañana. Se necesitaron días, semanas y meses de esfuerzo constante: hablar, compartir, estar ahí, hacer promesas y cumplirlas, dejar el trabajo al fin del día por la familia, disculparse y reagruparse cuando me desviaba del camino un poco, antes de que se restableciera la sensación plena de confianza y conexión emocional y superar lo que había sido antes.

Desde que visité a mi amigo, ha terminado dos proyectos más de varios años, igual de exigentes e importantes que el primero. Y, sin embargo, la relación con su esposa se ha fortalecido en cada uno de ellos. La dolorosa primera experiencia, la mayor comprensión de su esposa y su compromiso con ella han producido un cambio duradero. No hace mucho, recordando ahora lo distintas que han sido sus experiencias, compartió conmigo algunas reflexiones más que permiten entender mejor lo que sucedió:

Lo que realmente aprendí fue que puedes estar profundamente comprometido con el matrimonio, querer a tu esposa, vivir en un clima de fidelidad y lealtad mutuas, estar comprometido con la educación de tus hijos y, a pesar de todo, sufrir un deterioro de la relación y la confianza. No hay que pronunciar palabras duras y desagradables, ni faltar al respeto para herir a alguien. Con una persona muy cerca ti, basta con descuidar el corazón, la mente y el espíritu. Las relaciones y la confianza no permanecen constantes. Se mantiene y se profundizan únicamente cuando se las alimenta de forma activa y se van construyendo con actos regulares de amabilidad, consideración, valoración y servicio. Aprendí que tanto la calidad de nuestro matrimonio como mi propia felicidad no tenían nada que ver con lo que ella hiciera por mí y sí con lo que yo tratara de hacer todos los días para fomentar su felicidad, compartir sus cargas y ser su compañero en las cosas que más valoramos.

He aprendido que la unidad en la relación con mi mujer constituye una de las mayores y más capacitadoras fuentes de poder en mi vida, no solamente en nuestro trabajo más significativo en la familia y la comunidad conjuntamente, sino también en todos los ámbitos de mi vida, incluido el profesional. Crea un pozo de fuerza, paz, alegría, sensación de permanencia y energía que me estimulan la creatividad, y el dinamismo para contribuir y hacer el trabajo lo mejor posible.

Finalmente, estoy aprendiendo que las relaciones sólidas exigen un verdadero esfuerzo y sacrificio. Exigen poner el bienestar, el crecimiento y la felicidad de otra persona por delante de uno mismo. Y, sí ¡merece la pena! Porque un esfuerzo de esta naturaleza constituye la puerta de la propia felicidad. ¿Qué haríamos sin el tirón de esas relaciones que nos ayudan a salir de nosotros mismos y ponernos a la altura de nuestro potencial?


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